Deleuze y Guattari |
Veintiocho
días de esta influencia pesada, de este
montón
de órganos mal agrupados que soy yo, y en los
que
me daba la impresión de estar presente, como en
un
inmenso paisaje de hielo a punto de desmoronarse.
Antonin Artaud
A menudo
escuchamos hablar sobre el rechazo a la metáfora en Deleuze y Guattari y sobre
lo paradójicas que resultan estas afirmaciones en dos pensadores que, con
bastante frecuencia, recurrieron a figuras del discurso estrechamente
vinculadas con la creación poética. Esta paradoja se recrudece, sin duda
alguna, cuando pensamos en las intensas correspondencias que se establecen
entre sus postulados teóricos y la producción poética de Antonin Artaud.
Así es
como el “cuerpo sin órganos” de los filósofos parece ser una fusión o, más
bien, un ensamblaje conformado por el concepto de raigambre filosófica, la
sintomatología del delirio y la imagen poética. Sintomatología en cuanto la
destrucción de los órganos es un aspecto importante del delirio del Presidente
Schreber[1],
sintetizado por Freud de la siguiente manera:
Sostiene
haber experimentado en los primeros años de su enfermedad destrucciones en
diversos órganos de su cuerpo, que a cualquier otro hombre le habrían provocado
indefectiblemente la muerte desde mucho tiempo atrás, pero él ha vivido un
largo período sin estómago, sin intestinos, sin pulmones casi, con el esófago
desgarrado, sin vejiga, con las costillas rotas, muchas veces se ha comido
parte de su laringe al tragar, etc. (17).
Imagen
poética en cuanto es posible que Artaud lograra resignificar las huellas de la
enfermedad sobre la página en blanco, trazando un mapa de ambigüedades: “Cuando
ustedes le hayan hecho un cuerpo sin/ órganos lo habrán liberado de todos sus auto-/
matismos y lo habrán devuelto a/ su verdadera libertad” (Para terminar… 31). La tensión entre las palabras que antes
resultaron características del delirio se autodestruyen en el interior del
poema, en lo que Paul Ricoeur denominaría “una contradicción significativa”
(63): la interpretación literal de una frase se contradice internamente,
termina por resultar absurda y entonces prevalece la segunda interpretación, la
metafórica. Una metáfora viva, explica Ricoeur, está inscrita en la tensión
entre dos interpretaciones de una frase, la literal y la que establece una
nueva relación del sentido (65).
Estoy convencida de
que las imágenes que habitan la poesía Artaudiana han comportado para Deleuze y Guattari líneas de fuga ante la
aridez del concepto. Está claro que esta dupla nunca abandona la tarea central
de la filosofía que consiste, precisamente, en crear conceptos, no obstante, parece
haberse arriesgado a explorar otras formas posibles de estas construcciones. A
veces, da la impresión de que estuvieran replicando en ellas el modelo de sus
“agenciamientos”, por aquello de que implican una amplitud que acarrea
componentes heterogéneos.
El cuerpo sin
órganos, por ejemplo, es una formación del inconsciente, un desierto, el
soporte del deseo, una superficie en donde los agenciamientos se enganchan, la
desorganización del organismo, un territorio poblado de una manada de signos,
el grado cero de las intensidades, experimentación, es un límite en el que uno
está “arrastrándose como un gusano, tanteando como un ciego o corriendo como un
loco, viajero del desierto y nómada de la estepa” (Mil mesetas… 156). Esta confluencia de imágenes, definiciones,
características, sospechas y ausencias parecen pertenecer al concepto “por un
pie, una mano, una pata, por el ano, por un ojo” (Derrames… 171).
Pudiéramos pensar
entonces que esta lógica conecta, de alguna forma, y hasta pudiera tener
antecedentes en las propuestas de Nietzsche en “Sobre verdad y mentira en
sentido extramoral”:
Esa monstruosa viguería y andamiaje de los conceptos, a las que de
por vida se aferra el hombre menesteroso para salvarse, para el intelecto
liberado es sólo un tinglado y un juguete para sus obras de arte más osadas: y
cuando lo destruye y confunde los pedazos, y lo recompone irónicamente, apareando
lo más ajeno y separando lo más próximo, pone de manifiesto que no necesita de
aquellas muletas de la indigencia y que ahora ya no es por conceptos que se
rige, sino por intuiciones. Ningún camino regular conduce desde esas
intuiciones a la región de los esquemas espectrales, de las abstracciones: la
palabra no está hecha para ellas, el hombre enmudece al verlas o habla en copia
de metáforas prohibidas y ensambles inauditos de conceptos, para corresponder
de modo creador, aunque sólo sea mediante la destrucción y el escarnio de las
antiguas barreras conceptuales, a la impresión de la poderosa intuición
presente (10).
En este
orden de cosas, el acto de leer Para
terminar con el juicio de Dios y Viaje
al país de los tarahumaras nos remite automáticamente a los conceptos que
encontramos en Mil mesetas o en el Anti Edipo. Es como si las imágenes
poéticas hubieran impreso su huella sobre la superficie de los conceptos.
Cuando leo en Artaud “Este séptimo hombre,/ es un caballo,/ un caballo con un
nombre que lo acompaña./ Pero el caballo/ es el sol/ no el hombre” (Para terminar… 15), pienso en los
regímenes de signos de estos filósofos, en sus máquinas de expresión o
agenciamientos maquínicos del estilo “caballo de tiro-omnibús-calle” (Mil mesetas… 261). Y cuando Artaud
rememora a los tarahumaras ejecutando sus danzas “de libélulas, de pájaros, del
viento, de las cosas, de las flores”, o cuando los describe en hilera lanzando
un grito helado ante el espectáculo de un toro sacrificado, “y su voz evoca el grito dolorido de una hiena o de un perro
enfermo o de un gallo estrangulado”, y resulta
que es un grito emitido de forma sucesiva, que pasa de boca en boca “como una
gama humana que toma en la sombra el valor de
un llamamiento” (Viaje al país… 283),
por supuesto, pienso en los “devenires”, en ese proceso del deseo que es puro
principio de aproximación (Mil mesetas…
275).
En un ejercicio de
la imaginación, pudiera aventurarme a plantear que si Deleuze y Guattari
desdeñan las metáforas y tienden a considerarlas como un simple efecto (Mil mesetas… p. 82) es, quizás, porque
no las conciben como un fin o como entidades autónomas. Para este par parecen
constituir, más bien, máquinas retóricas incapaces de funcionar de forma
aislada, al mejor estilo de todas sus máquinas. Conectan. Interactúan. Devienen.
Nunca permanecen estáticas como un mero excedente de sentido.
[1] Un caso que pasó a ser clásico en la historia del
psicoanálisis desde que este paciente publicara
sus Memorias de un enfermo nervioso.
Referencias
bibliográficas
Artaud, Antonin. México y Viaje al país de los tarahumaras. México
D.F.: FCE, 1984. Print.
---. Para terminar con el juicio de Dios y otros
poemas. Buenos Aires: Caldén, 1975. Print.
Deleuze, Gilles and
Félix Guattari. El Anti Edipo.
Capitalismo y esquizofrenia. Buenos Aires: Paidós, 1998. Print.
---. Derrames entre el capitalismo y la
esquizofrenia. Buenos Aires: Cactus, 2005. Print.
---. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.
Valencia: Pre-Textos, 2002. Print.
Freud, Sigmund. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un
caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. Tomo
IV. Madrid: Biblioteca nueva, 1972. Print.
Nietzsche,
Friedrich. “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”. Escuela de Filosofía
– Universidad Arcis. Web. 14 de septiembre de 2009. http://bit.ly/13E7Z6A
Ricoeur, Paul. Teoría de la interpretación. México
D.F.: Siglo XXI, 2006. Print.
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Dayana Fraile (Puerto La Cruz, 1985)
Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Trabajos
creativos de su autoría han sido distinguidos con premios y menciones en
concursos, como el Festival Literario Ucevista, la Semana de la Nueva Narrativa
Urbana y el Concurso de Cuentos Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores.
Ha publicado el libro de cuentos Granizo (2011), galardonado y editado por la
Primera Bienal de Literatura Julián Padrón, y la plaquette bilingüe de poemas
Paisaje Zinc/ Zinc Landscape (2011), con traducciones de Guillermo Parra y
editado por Cy Gist Press (New York).
Cursa estudios de postgrado en el departamento de Hispanic Languages and
Literatures de University of Pittsburgh. Lleva junto a Guillermo Parra un blog
de traducción de poesía angloparlante de vanguardia: http://dayanafraile.blogspot.com/.
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