martes, 10 de julio de 2012

Para qué la hoja desnuda

Por Edgar Medrano
viejo fumando, por Carlos Merchan Martin





















Abuelo, lobo de mar,
malamente te ganaste el título,
te sueño corsario libando noches de viento
y miradas ancladas en el silencio.

Hablemos.
La ciudad se nos encima y no hay tiempo
De sacudirnos el polvo,
De espantarnos el olvido.
Algunas palabras:
Piraguas y naufragios,
Puertos que nunca conocimos,
Bocas y siluetas que nunca amamos,
Retratos y santos de extraños nombres,
Sin manos ni pies, indefensos, resignados.
Hablemos de poemas en noches violentas
Y guitarras ebrias en olvidados enlosados
Cuando el sol es apenas montón de piedras
Y arena.
De senos erguidos en la penumbra
De un lecho sin cuartel.
Hablemos de cuántas veces
hemos dejado de conocernos
y apenas sabemos de nuestros nombres
en la arena, trazos de antiguas gaviotas.
Hablemos. Estamos por nacer…


En las riberas taciturnas
Amanecemos desnudos de palabras
en el asombro y la soledad.
Habitamos voces que Dios ha callado
Desde su eterno lugar de desencuentros.
Es entonces nuestra verdad
El río oscuro que corre bajo nuestras huellas,
El cardenal atrapado en su rojo cálido
Y mortal,
El desierto que hiere las pupilas
Y arranca la piel ejecutando al sol
Nuestras únicas certezas.
El alba se enturbia en las aguas ardientes
Donde el pez es apenas olvido,
Mueca feroz,
Pergamino inacabado de la noche.
Una vieja luna cae en los surcos del reloj
Y es espejo para mirarnos los huesos
Y la duda como razón de libertad…

***

Dejo atrás caminos que nunca crucé,
Habitaciones vacías, algún retrato
De rostro olvidado,
Versos inconclusos, como quien sabe
Que no habrá otra oportunidad…
Los años se arremolinan entre papeles
Y libros,
Retozan con palabras y recuerdos,
Se adueñan de nuestras manos y gestos.
Muecas, cuerpos borrosos, miradas abandonadas
En las riberas del lago añoso y extenuado.
Las retorcidas ramas de un antiguo cují
Me susurran otra infancia, distancias infinitas,
Caricias que tal vez soñé…
En lo hondo, mi ciudad,
El puerto que recibe por última vez al abuelo,
El breve azulejo que cruza la aurora,
Las aguas que huelen a brisa y nostalgia.
En lo hondo, poemas que hieren los dedos…
Calles, marullos, sonrisas, silencios errantes:
Todo se me escapa, me evitan,
Hunden su preciosa carga en los disparates
Del tiempo…

***

Palabreamos soledades,
Caminos sin retorno hacia la ribera
De un lago lejano, desconocido,
Hambriento de nuestras huellas.
La brisa atardece en nuestras miradas
Y cuenta los días que ya no nos pertenecen.
Aguas adentro navegan piraguas
Y voces de otra edad que jamás fuimos:
Tal vez sus manos callosas,
La historia detenida para siempre.

***
Para qué la hoja desnuda
La tecla que desdice el silencio
El preciado punto sobre la i…
Para qué tanto acomodo sobre el vacío
Y sonreír como si nada
Como heredero de verdades que nunca quise
Tan cerca de Dios y sus espejos…

***
El arte nos requiere
Íntimos
Ausentes.
De pies a cabeza.
Pero nunca nos lo dirá…



Edgar Medrano. Maracaibo, 1955. Licenciado en Letras, mención Letras Hispánicas (LUZ). Magíster en Lingüística, mención Análisis y Enseñanza del Castellano (LUZ). Profesor de la Universidad Católica Cecilio Acosta. Coordinador de la Cátedra Libre de Poesía Hesnor Rivera. Publicó el poemario Ausencias, Presencias y Oficio (2002)

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